De los medios a las mediaciones - Jesus M. Barbero
Capítulos III - IV
Esa historia tiene un solo nombre:
“DOMINACION SOCIAL”.
Los procesos de masificación a que hace referencia el autor, han producido rupturas en todos los niveles y aspectos que se pueden denominar como elementos detonantes de los cambios paradigmáticos. La más relevante, la producida por la escuela de Frankfurt, la cual da los primeros pasos hacia el uso de la razón en el análisis, interpretación y orientación en dichos cambios; es decir, pasar de un marcado empirismo hacia una perenne y absolutista racionalidad.
Sin embargo se evidencia en cada ruptura, la presencia de crisis que obligan a repensar las estructuras existentes en el sistema, en el mismo pueblo y sus costumbres, en los discursos y en toda manifestación que pueda atribuirse a la cultura. Es así como nace el debate publico, la hermenéutica puesta en escena, el discurso abierto, para entender las razones y fundamentos de cada crisis. De esta manera, se fortalece la cultura popular, cobrando fuerza y ganando espacios a través de sus formas y manifestaciones; lo cual, lama la atención de la implacable figura del capitalismo, que convierte – el arte popular – en materia prima para producir y “adiestrar a sus victimas para identificarlos inmediatamente con la realidad” (Pág. 54); es decir, se apodera de esa identidad popular para alcanzar sus siniestros propósitos.
Dichos propósitos se transforman en la industria de la cultura, para mediar en las transformaciones de la producción y de los espacios de la cultura. entonces, al cambiarle la percepción al pueblo, se da paso a la modernidad; alejando todo lo que le era propio, modificando desde su interior al pueblo, mediante las técnicas que brinda la nueva tecnología (fotografía, cine, etc.) para modificar profundamente todo el aparato perceptivo en las masas. Por lo tanto, la cultura es la que legitima el poder, que a su vez es el espacio en el cual se da la dominación social de la maquinaria, que ejerce en las estructuras de pensamiento y significación de los individuos. Sin embargo, aparecen manifestaciones que intentan recuperar espacios perdidos en la cultura popular; la plaza, el carnaval, la imprenta, la literatura, entre otras. Que aun siguen vigentes, brindando la oportunidad de recordar la esencia de libertad e identidad, que le es propia a las masas.
“La impura y conflictiva cultura popular urbana”.
Así mas tarde, llegaría otras instituciones encargadas de recuperar las riendas de la emancipación, en manos de la iglesia, para depurar la mentalidad de los denominados paganos; el imaginario del pueblo que yace en su tradición oral y en muchas de las practicas, para controlar y dominar cada movimiento de las masas, que causan tanto daño a los poderosos capitalistas y burgueses.
La expresión cultural es el mejor medio para alcanzar la libertad, la plenitud y la identidad del pueblo; sus costumbres, sus practicas, su arte, su música, sus escritos; todo eso hace parte del gran tesoro y constructo popular, el cual continua alimentándose – aunque restringido – de la alegría de los espíritus que aun creen en la libre expresión y en la construcción de la UNIDAD popular.
Los procesos de masificación a que hace referencia el autor, han producido rupturas en todos los niveles y aspectos que se pueden denominar como elementos detonantes de los cambios paradigmáticos. La más relevante, la producida por la escuela de Frankfurt, la cual da los primeros pasos hacia el uso de la razón en el análisis, interpretación y orientación en dichos cambios; es decir, pasar de un marcado empirismo hacia una perenne y absolutista racionalidad.
Sin embargo se evidencia en cada ruptura, la presencia de crisis que obligan a repensar las estructuras existentes en el sistema, en el mismo pueblo y sus costumbres, en los discursos y en toda manifestación que pueda atribuirse a la cultura. Es así como nace el debate publico, la hermenéutica puesta en escena, el discurso abierto, para entender las razones y fundamentos de cada crisis. De esta manera, se fortalece la cultura popular, cobrando fuerza y ganando espacios a través de sus formas y manifestaciones; lo cual, lama la atención de la implacable figura del capitalismo, que convierte – el arte popular – en materia prima para producir y “adiestrar a sus victimas para identificarlos inmediatamente con la realidad” (Pág. 54); es decir, se apodera de esa identidad popular para alcanzar sus siniestros propósitos.
Dichos propósitos se transforman en la industria de la cultura, para mediar en las transformaciones de la producción y de los espacios de la cultura. entonces, al cambiarle la percepción al pueblo, se da paso a la modernidad; alejando todo lo que le era propio, modificando desde su interior al pueblo, mediante las técnicas que brinda la nueva tecnología (fotografía, cine, etc.) para modificar profundamente todo el aparato perceptivo en las masas. Por lo tanto, la cultura es la que legitima el poder, que a su vez es el espacio en el cual se da la dominación social de la maquinaria, que ejerce en las estructuras de pensamiento y significación de los individuos. Sin embargo, aparecen manifestaciones que intentan recuperar espacios perdidos en la cultura popular; la plaza, el carnaval, la imprenta, la literatura, entre otras. Que aun siguen vigentes, brindando la oportunidad de recordar la esencia de libertad e identidad, que le es propia a las masas.
“La impura y conflictiva cultura popular urbana”.
Así mas tarde, llegaría otras instituciones encargadas de recuperar las riendas de la emancipación, en manos de la iglesia, para depurar la mentalidad de los denominados paganos; el imaginario del pueblo que yace en su tradición oral y en muchas de las practicas, para controlar y dominar cada movimiento de las masas, que causan tanto daño a los poderosos capitalistas y burgueses.
La expresión cultural es el mejor medio para alcanzar la libertad, la plenitud y la identidad del pueblo; sus costumbres, sus practicas, su arte, su música, sus escritos; todo eso hace parte del gran tesoro y constructo popular, el cual continua alimentándose – aunque restringido – de la alegría de los espíritus que aun creen en la libre expresión y en la construcción de la UNIDAD popular.
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