domingo, 19 de febrero de 2012

Procesos de Evaluación

LA EVALUACIÓN... ¿Un Dolor de Cabeza para Todos?
¡Mis creencias, concepciones, experiencias... 
y demás perspectivas personales acerca del proceso evaluativo!

Cuando se enmarca el concepto de evaluación dentro de una perspectiva tradicional, ésta adquiere un matiz un poco hostil, tajante, inquisidor, cruel y a veces injusto. Y hago referencia de aquellos escenarios rígidos que alguna vez fueron (o que aún son) el ‘rajadero’ de muchos de nosotros, y que por malos hábitos replicamos con nuestros estudiantes. No quiero por supuesto entrar a discutir las bondades o perjuicios de aquellas prácticas que otrora dieran cuenta de los avances, los conocimientos, el dominio específico de un saber; en fin, lo importante es lo que pienso actualmente, después de tener la posibilidad de realizar nuevas comprensiones, y de apropiar estrategias novedosas que le dan una nueva mirada a la Evaluación. Creo en una evaluación alternativa, abierta, adaptable, justa, amigable, contextualizada, y rigurosa.

Considero, además, importante romper entre tantos paradigmas, el que se ha construido como instrumento de superioridad, puesto que (Stenhouse, 1984) “la evaluación es el medio menos indicado para mostrar el poder del profesor ante el alumno y el medio menos apropiado para controlar las conductas de los alumnos”; es decir, no podemos perder de vista el abanico de opciones que existen para elaborar juicios de valor sobre los productos y conductas de los aprendices, un ejercicio que puede lograrse dándole participación al estudiante en el mismo proceso de Evaluación mediante prácticas que conlleven a la auto-reflexión, la auto-evaluación, la co-evaluación, y la hetero-evaluación.



En ese orden de ideas, considero que la Evaluación juega un papel primordial en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y por ende necesaria para observar el alcance de dominios mínimos, medios o superiores en el marco de competencias que deberían desarrollar los sujetos en formación. Eso sí, una Evaluación que responda a los criterios de formación de cada contexto, que se ajuste a los lineamientos de educabilidad y enseñabilidad, y que sirva para (Titone, 1966) “reorientar y planificar la práctica educativa (…) conocer lo que ocurre en el aula a partir de los procesos pedagógicos empleados y su incidencia en el aprendizaje del alumno”, y finalmente para que cada educador se apropie de estrategias evaluativas que oxigenen su quehacer educativo.

Personalmente he podido transformar mis propias técnicas de evaluación, que días atrás fueron castrantes, intimidantes y poco significativas, y que hoy día puedo decir (sin ufanarme o vanagloriarme) duermo más tranquilo. No sólo por el ambiente de confianza que he podido crear durante la evaluación, sino también por la actitud de responsabilidad y seriedad que cada aprendiz aporta en dicho proceso. Por mencionar algunas formas utilizadas para evaluar a mis estudiantes, podría nombrar: la resolución de problemas específicos de la lengua extranjera, pruebas tipo test, cuestionarios de preguntas abiertas, conversatorios, entrevistas, debates de textos específicos, mapas conceptuales y mentales, el portafolio digital, y la participación en espacios virtuales.



Por todo esto, considero que las estrategias evaluativas que se fundamentan en un modelo holístico (Parlett & Hamilton, 1977) posibilitan adaptar todo tipo de técnicas que se convierten en alternativas para crear juicios de valor en respuesta a las necesidades de los estudiantes, ofreciendo además, interpretaciones acerca del mejoramiento del proceso educativo, y comprensiones sobre los planes de estudio, y aún más importante: el quehacer pedagógico del educador. Este tipo de modelos responden al paradigma cualitativo que tienen en cuenta los aciertos y desaciertos, los avances, las debilidades y fortalezas de cada sujeto en formación lo cual amplía el horizonte evaluativo y le da valor agregado al sistema de enseñanza, y con él, al ambiente de aprendizaje.


1 comentario:

Unknown dijo...

Buen día. Coincido en tus reflexiones Profe,la evaluación debe ser un proceso que ayude significativamente, no que reprima e inhiba.
Afortunadamente la reflexión pedagógica en el campo ha sido de gran ayuda, con docentes que propenden por re-pensar los sistemas de evaluación desde su experiencia e investigación; mas aun en Ambientes virtuales donde los procesos y las dinámicas cambian. Saludos!
Simón Rave.