LA EVALUACIÓN... ¿Un Dolor de Cabeza para Todos?
¡Mis creencias, concepciones, experiencias...
y demás perspectivas personales acerca del proceso evaluativo!
En ese orden de ideas, considero que la Evaluación
juega un papel primordial en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y por
ende necesaria para observar el alcance de dominios mínimos, medios o
superiores en el marco de competencias que deberían desarrollar los sujetos
en formación. Eso sí, una Evaluación que responda a los criterios de
formación de cada contexto, que se ajuste a los lineamientos de educabilidad
y enseñabilidad, y que sirva para (Titone, 1966) “reorientar y planificar la
práctica educativa (…) conocer lo que ocurre en el aula a partir de los
procesos pedagógicos empleados y su incidencia en el aprendizaje del alumno”,
y finalmente para que cada educador se apropie de estrategias evaluativas que
oxigenen su quehacer educativo.
Personalmente he podido transformar mis propias técnicas de evaluación,
que días atrás fueron castrantes, intimidantes y poco significativas, y que hoy
día puedo decir (sin ufanarme o vanagloriarme) duermo más tranquilo. No sólo
por el ambiente de confianza que he podido crear durante la evaluación, sino
también por la actitud de responsabilidad y seriedad que cada aprendiz aporta
en dicho proceso. Por mencionar algunas formas utilizadas para evaluar a mis
estudiantes, podría nombrar: la resolución de problemas específicos de la
lengua extranjera, pruebas tipo test, cuestionarios de preguntas abiertas, conversatorios,
entrevistas, debates de textos específicos, mapas conceptuales y mentales, el
portafolio digital, y la participación en espacios virtuales.
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Por todo esto, considero que las estrategias
evaluativas que se fundamentan en un modelo holístico (Parlett &
Hamilton, 1977) posibilitan adaptar todo tipo de técnicas que se convierten
en alternativas para crear juicios de valor en respuesta a las necesidades de
los estudiantes, ofreciendo además, interpretaciones acerca del mejoramiento
del proceso educativo, y comprensiones sobre los planes de estudio, y aún más
importante: el quehacer pedagógico del educador. Este tipo de modelos
responden al paradigma cualitativo que tienen en cuenta los aciertos y
desaciertos, los avances, las debilidades y fortalezas de cada sujeto en
formación lo cual amplía el horizonte evaluativo y le da valor agregado al
sistema de enseñanza, y con él, al ambiente de aprendizaje.
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1 comentario:
Buen día. Coincido en tus reflexiones Profe,la evaluación debe ser un proceso que ayude significativamente, no que reprima e inhiba.
Afortunadamente la reflexión pedagógica en el campo ha sido de gran ayuda, con docentes que propenden por re-pensar los sistemas de evaluación desde su experiencia e investigación; mas aun en Ambientes virtuales donde los procesos y las dinámicas cambian. Saludos!
Simón Rave.
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